VIH
y SIDA
El síndrome de
inmunodeficiencia adquirida (sida) lo causa el virus de la inmunodeficiencia
humana (VIH). El VIH afecta a la capacidad del organismo de combatir
infecciones y enfermedades que, en último término, pueden producir la muerte.
Los medicamentos usados para tratar el VIH han mejorado la calidad de vida y
aumentado la esperanza de vida de las personas infectadas por VIH.
Este tratamiento antirretroviral (TAR)
ralentiza la replicación de virus, pero no elimina la infección por VIH. Por el
mayor acceso al TAR, las personas logran vivir más tiempo con el VIH.
Desgraciadamente, problemas de salud, como enfermedades cardiovasculares y
resistencia a la insulina, son cada vez más prevalentes en esta población.
El estado nutricional es muy
importante para mantener un sistema inmunitario saludable y retrasar la
progresión del VIH al sida. Para desarrollar las recomendaciones nutricionales
adecuadas, el profesional de la nutrición debe familiarizarse con la
fisiopatología de la infección por VIH, las interacciones entre fármacos y
nutrientes, y los obstáculos a una nutrición apropiada. También se debe
considerar el estado mental y el consumo de drogas ilegales, porque ambos
pueden afectar a la ingesta nutricional.
Epidemiología
y tendencias
Situación
global del VIH y el sida
Los primeros casos de sida
fueron descritos en 1981. Poco tiempo después se aisló el VIH y se identificó
como el agente básico causal del sida. Desde entonces, el número de personas
con VIH ha aumentado gradualmente, produciendo una pandemia global que afecta
al desarrollo socioeconómico en todo el mundo. El incremento continuo de la
población de personas que viven con VIH refleja las nuevas infecciones por VIH
y el amplio uso del TAR, que ha retrasado la progresión hacia el fallecimiento
de la infección por VIH. A finales de 2008 se calculó que 33,4 millones de
personas estaban viviendo con VIH o sida. Había 2,7 millones de nuevas
infecciones comunicadas, un promedio de 7.400 infecciones al día y 2 millones
de fallecimientos relacionados con el VIH .
A pesar de los mayores
esfuerzos dedicados a la prevención y de la disponibilidad del TAR, son evidentes
las variaciones geográficas en la infección por VIH. La mayoría de las
infecciones continúan ocurriendo en los países en desarrollo
Fisiopatología
y
clasificación
La infección primaria por el
virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) es la causa subyacente del sida. El
VIH invade el núcleo genético de los linfocitos CD4+, linfocitos T cooperadores,
que son los principales implicados en la ´protección frente a infecciones. la
infección por VIH causa una depleción progresiva de los linfocitos CD4 que en
ultimo termino produce inmunodeficiencia.
La infección por VIH se
desarrolla a lo largo de cuatro estadios clínicos:
· infección
aguda por VIH
· latencia
clínica
· infección
por VIH sintomática
· progresión
de VIH a sida.
Los dos biomarcadores
principales utilizados para valorar la progresión de la enfermedad son el ácido
ribonucleico (ARN) del VIH (carga viral) y el número de linfocitos T CD4+
(número de CD4).
La infección aguda por VIH
comprende el tiempo trascurrido desde la transmisión del VIH al huésped hasta
que se producen anticuerpos detectables
(seroconversión) contra el virus.
La mitad de las personas presentan síntomas físicos, como fiebre, malestar general, mialgias, faringitis o ganglios linfáticos inflamados a las 2-4 semanas de la infección, pero estos suelen ceder tras 1-2 semanas.
Por sus características clínicas inespecíficas y el escaso intervalo diagnóstico, la infección aguda por VIH apenas se diagnostica. La seroconversión tiene lugar de 3 semanas a 3 meses después de la exposición. Si se realiza una prueba de VIH antes de la seroconversión, puede producirse un «falso negativo» a pesar de que el VIH sí está presente. Durante la fase aguda, el virus se replica rápidamente y causa un descenso significativo del número de linfocitos CD4+. Con el tiempo, la respuesta inmunitaria alcanza un punto en el que la carga viral se estabiliza y el número de linfocitos CD4+ vuelve a estar más cerca del valor normal.
La mitad de las personas presentan síntomas físicos, como fiebre, malestar general, mialgias, faringitis o ganglios linfáticos inflamados a las 2-4 semanas de la infección, pero estos suelen ceder tras 1-2 semanas.
Por sus características clínicas inespecíficas y el escaso intervalo diagnóstico, la infección aguda por VIH apenas se diagnostica. La seroconversión tiene lugar de 3 semanas a 3 meses después de la exposición. Si se realiza una prueba de VIH antes de la seroconversión, puede producirse un «falso negativo» a pesar de que el VIH sí está presente. Durante la fase aguda, el virus se replica rápidamente y causa un descenso significativo del número de linfocitos CD4+. Con el tiempo, la respuesta inmunitaria alcanza un punto en el que la carga viral se estabiliza y el número de linfocitos CD4+ vuelve a estar más cerca del valor normal.
A continuación, sigue un
período de latencia clínica o infección por VIH asintomática. Pueden pasar
hasta 10 años sin que aparezcan otros signos indicativos de enfermedad. El
virus sigue estando activo y replicándose, aunque a menor velocidad que en la
fase aguda, y el número de linfocitos CD4+ sigue reduciéndose continuamente. En
el 3-5% de las personas infectadas por VIH se produce una ausencia de
progresión a largo plazo, en la que el número de linfocitos CD4+ se mantiene en
cifras normales y la carga viral puede ser indetectable durante años sin
intervención médica Se ha propuesto que esta población exclusiva tiene zonas
receptoras distintas y en menor cantidad para que el virus penetre en las
membranas celulares
En la mayoría de los casos, el
VIH destruye lentamente el sistema inmunitario, haciendo que sea incapaz de
combatir al virus. Cuando el número de linfocitos CD4+ baja de 500/mm3, las personas
son más susceptibles de presentar signos y síntomas, como fiebre persistente,
diarrea crónica, infecciones bacterianas o fúngicas recurrentes, y pérdida de
peso inexplicable, todos ellos indicativos de infección por VIH sintomática.
A medida que empeora la
inmunodeficiencia y el número de CD4 disminuye aún más, la infección se hace
sintomática y progresa a sida. La progresión de VIH a sida aumenta el riesgo de
infecciones oportunistas (IO), que habitualmente no aparecen en personas con
sistemas inmunitarios sanos. El CDC define los casos de sida como confirmación
de laboratorio de infección por VIH en personas con un número de linfocitos
CD4+ inferior a 200/mm3 (o inferior al 14%), o bien diagnóstico de un trastorno
El VIH se transmite mediante
contacto directo con líquidos infectados del organismo, como sangre, semen,
líquido pre seminal, flujo vaginal y leche materna. El líquido cefalorraquídeo que
rodea el encéfalo y la médula espinal, el líquido sinovial de las
articulaciones y el líquido amniótico que rodea al feto son otros líquidos
capaces de transmitir el VIH. Saliva, lágrimas y orina no contienen suficiente
VIH para transmitirlo.
La transmisión sexual es la
vía de transmisión más frecuente, y el consumo de drogas mediante inyecciones
es la segunda más prevalente
Tratamiento
médico
La morbimortalidad asociada al
VIH proviene del debilitamiento sobre el sistema inmunitario causado por el
virus, así como de los efectos víricos sobre distintos órganos (p. ej., cerebro
y riñón). Si no se trata, el virión VIH (partícula vírica) puede replicarse
hasta producir millones de partículas al día y progresar rápidamente a lo largo
de los estadios de la enfermedad por VIH
.
El número de CD4 se utiliza
como indicador principal de la función inmunitaria en personas con infección
por VIH. Se usa para determinar cuándo iniciar el TAR, y es el predictor más sólido
de progresión de la enfermedad. El número de CD4 suele obtenerse cada 3-4
meses. Además, el ARN del VIH (carga viral) se vigila de forma regular, porque
es el indicador principal para evaluar la eficacia del TAR
Los objetivos fundamentales
del TAR son lograr y mantener la supresión vírica, reducir la morbimortalidad
asociada al VIH, mejorar la calidad de vida y restablecer y preservar la función
inmunitaria. Esto puede lograrse, por lo general, en 12-24 semanas si no hay
complicaciones con el cumplimiento ni resistencia a los fármacos
Como las directrices del
tratamiento del VIH se modifican rápidamente, es útil comprobar con frecuencia
si se han actualizado las recomendaciones.
Tipos
de fármacos antirretrovirales
Actualmente, el tratamiento
antirretroviral (TAR) comprende más de 20 fármacos, divididos en seis grupos:
• Inhibidores de la
transcriptasa inversa nucleótidos y nucleósidos (NRTI)
• Inhibidores de la
transcriptasa inversa no nucleótidos (NNRTI)
• Inhibidores de la proteasa
(PI)
• Inhibidores de la fusión
• Antagonistas del CCR5
(receptor 5 de quimiocina)
• Inhibidores de la
transferencia de cadena de la integrasa (INSTI)
El régimen multifarmacológico
más estudiado para el tratamiento de pacientes sin fármacos previos consiste en
dos NRTI más un NNRTI o un PI (con o sin potenciación mediante ritonavir).
Recientemente, se ha aprobado un régimen compuesto por raltegravir para
pacientes sin tratamiento previo, posibilitando la opción de un INSTI con dos
NRTI
Aunque actualmente existe un
número razonable de distintos fármacos antirretrovirales para el tratamiento de
las infecciones por VIH, cada vez son más necesarios nuevos fármacos con menos
efectos adversos a largo plazo y mayor potencia. Sin embargo, como la
erradicación del VIH todavía no es posible y la necesidad de tratamiento es
vitalicia, los efectos adversos de los medicamentos, incluidas complicaciones
metabólicas y otras, se han convertido en una preocupación creciente, porque pueden
provocar incumplimiento del régimen prescrito. El incumplimiento terapéutico
del TAR es capaz de causar resistencia a fármacos.
Tratamiento
nutricional médico
Para las personas que viven
con el VIH, una ingesta nutricional adecuada y equilibrada es esencial para
mantener un sistema inmunitario sano y prolongar la vida. Se ha documentado que
niños y adultos con VIH tienen menos masa grasa y no grasas totales. Una
nutrición adecuada puede ayudar a mantener la masa muscular, reducir la gravedad
de los síntomas asociados al VIH, mejorar la calidad de vida, y facilitar el
cumplimiento y la eficacia del TAR. Por tanto, el tratamiento nutricional
médico (TNM) es esencial en el abordaje eficaz del VIH.
Un dietista titulado (DT)
puede ayudar al paciente a controlar muchos de los requerimientos necesarios
para los fármacos, minimizar efectos adversos y abordar problemas
nutricionales.
Algunos diagnósticos
nutricionales frecuentes en esta población son:
• Ingesta oral inadecuada de
alimentos y bebidas
• Aumento de las necesidades
de nutrientes
• Dificultad para tragar
• Alteración de la función
gastrointestinal (GI)
• Interacción entre fármacos y
alimentos
• Pérdida de peso involuntaria
• Sobrepeso y obesidad
• Déficit de conocimientos
relacionados con los alimentos y la nutrición
• Exceso de suplementos
• Alteración de la capacidad
para preparar alimentos o comidas
• Acceso inadecuado a los
alimentos
• Ingesta de alimentos no
seguros
Todas las personas con infección
por VIH deberían tener acceso a un DT o a otro profesional de la nutrición
cualificado. Debería realizarse una valoración nutricional basal a todos los
pacientes cuando se establezca el diagnóstico de VIH. El seguimiento tiene que
ser continuado y tener en cuenta las múltiples complicaciones que pueden
afectar al tratamiento del paciente. La American Dietetic Association
recomienda, como mínimo, una o dos consultas de TNM al año con un DT para
personas con infección por VIH asintomática, y de dos a seis citas anuales en
caso de infección sintomática, pero estable. Las personas diagnosticadas de
sida suelen precisar más consultas, porque es posible que necesiten soporte
nutricional
Al recoger la historia
dietética, es importante revisar la ingesta actual, cambios en la ingesta,
limitaciones al acceso o preparación de los alimentos, intolerancias o alergias
alimentarias, uso de suplementos, fármacos actuales, y consumo de alcohol y
drogas, para determinar la posibilidad de deficiencias de nutrientes y ayudar a
establecer recomendaciones individualizadas. Una ingesta nutricional adecuada
puede ser útil al paciente con VIH para controlar los síntomas y mejorar la
eficacia de los medicamentos, las complicaciones de la enfermedad y su calidad
de vida global. La figura 38-3 muestra un ejemplo de formulario para el cribado
nutricional. Hay que destacar que un enfoque rígido, usando la misma estrategia
en todos los casos, es incapaz de abordar la complejidad del VIH. Los DT deben
proporcionar recomendaciones dirigidas a mejorar el estado nutricional, la
inmunidad y la calidad de vida, identificar los obstáculos a la ingesta de
alimentos deseables y abordar las interacciones entre fármacos y nutrientes y
los efectos secundarios
En los inicios del tratamiento
nutricional en el VIH, el centro lo ocupaba el tratamiento y la prevención de
la pérdida involuntaria de peso y la emaciación. Actualmente, con el acceso al
TAR, han surgido nuevas cuestiones nutricionales causadas por el SLAV. Los
fallecimientos por IO asociadas al sida se han desplazado a otras enfermedades
crónicas, como cardiopatía y diabetes, en personas más sanas que están viviendo
con el VIH.
Energía
y líquidos
Al determinar las necesidades
energéticas, es importante establecer si la persona necesita ganar peso,
perderlo o mantenerlo.
Hay que tener en cuenta otros
factores, como alteraciones del metabolismo, deficiencias de nutrientes,
gravedad de la enfermedad, IO y problemas concomitantes, para evaluar las necesidades
energéticas. El cálculo de las necesidades de calorías y proteínas en esta
población es difícil por otras cuestiones relacionadas con la emaciación,
obesidad, SLAV y ausencia de ecuaciones predictivas precisas.
Algunas investigaciones indican que el gasto
energético en reposo está aumentado aproximadamente en un 10% en adultos con
VIH asintomático Tras una IO, las necesidades nutricionales aumentan en un
20-50% en niños y adultos. Son necesarias valoraciones nutricionales y médicas
continuas para realizar los ajustes necesarios. A las personas con VIH bien controlado
se les recomienda que sigan los mismos principios de alimentación saludable y
de ingesta de líquidos que todas las personas
Proteínas
La ingesta dietética de
referencia (IDR) recomendada actualmente para las proteínas es de 0,8 g de
proteínas por kilogramo de peso corporal y día en personas sanas. En el VIH y
el sida se producen deficiencias de reservas proteicas y anomalías en el
metabolismo de las proteínas, pero no hay datos a favor de una ingesta proteica
por encima de la necesaria para acompañar al aumento preciso de las calorías
Para personas con VIH con el peso adecuado y sin malnutrición, los suplementos
de proteínas quizás no sean suficientes para mejorar la masa muscular. No
obstante, en caso de IO, se recomienda un aumento adicional del 10% en la ingesta
proteica, por el mayor recambio de proteínas
Si existen otras enfermedades
concomitantes, como insuficiencia renal, cirrosis o pancreatitis, hay que
ajustar las proteínas recomendadas.
Grasas
Hay indicios de que las
necesidades de grasas dietéticas son distintas en la infección por VIH (OMS,
2005b). Las directrices generales cardiosaludables deberían ser el centro de la
ingesta de grasas dietéticas. Investigaciones recientes han abordado la función
inmunitaria y los ácidos grasos w-3. Algunos estudios aconsejan el aumento de
la ingesta de ácidos grasos w-3 en personas con VIH y aumento de los
triglicéridos séricos.
Micronutrientes
Vitaminas y minerales son
importantes para una función inmunitaria óptima. Las deficiencias de nutrientes
afectan a la función inmunitaria y pueden conducir a la progresión de la
enfermedad. Las deficiencias de micronutrientes son frecuentes en personas con
infección por VIH como resultado de hipoabsorción, interacciones entre fármacos
y nutrientes, alteraciones del metabolismo, infecciones intestinales y
alteración de la barrera intestinal. Las concentraciones séricas de vitamina A,
cinc y selenio suelen estar descendidas en los períodos de respuesta a la
infección, de modo que es importante valorar la ingesta dietética para
determinar si es necesario corregir los micronutrientes séricos.
Es útil corregir las
concentraciones séricas reducidas de algunos micronutrientes. Cantidades bajas
de vitamina A, B12 y cinc se asocian con progresión más rápida de la
enfermedad. Mayores ingestas de vitaminas C y B se han relacionado con aumento
del número de CD4 y una progresión más lenta a sida.
Las concentraciones séricas de
micronutrientes reflejan trastornos como infecciones agudas, enfermedad
hepática, ingesta reciente y parámetros
técnicos. Hay que recomendar una ingesta adecuada de micronutrientes
procedentes de una dieta equilibrada y saludable. No obstante, en personas con
VIH es posible que la dieta por sí misma sea insuficiente. También se puede
recomendar un suplemento con distintas vitaminas y minerales que aporte el 100%
de las IDR. La mega dosis de ciertos micronutrientes, como vitaminas A, B6, D,
E y cobre, hierro, niacina, selenio y cinc, pueden ser perjudiciales para la salud
y es posible que no garanticen protección para prevenir enfermedades crónicas.
Emaciación
La emaciación significa
pérdida involuntaria de peso y pérdida de masa muscular, que se han asociado
sólidamente con mayor riesgo de progresión de la enfermedad y mortalidad. A
pesar de la eficacia del TAR, la emaciación sigue siendo un problema frecuente
en las personas con VIH. Puede estar causada por una suma de factores,
incluidos ingesta dietética inadecuada, hipoabsorción y aumento de las tasas
metabólicas por la replicación vírica o complicaciones de la enfermedad
Hasta que se descubra la causa
subyacente de la pérdida de peso, seguirá siendo difícil dirigir eficazmente el
tratamiento nutricional.
Obesidad
También se ha observado
obesidad en personas con VIH. La pérdida involuntaria de peso en la Infección por
VIH se ha asociado con mortalidad, pero es necesario revisar atentamente a las
personas infectadas por VIH con obesidad o sobrepeso. En la era del TAR, ya no
se piensa que el aumento continuado de peso corporal sea un colchón protector
frente a la emaciación relacionada con el VIH y la progresión a sida.
Algunos de los fármacos del
TAR aumentan el riesgo de hiperlipidemia, resistencia a la insulina y diabetes.
Es importante vigilar estos factores de riesgo y proporcionar recomendaciones nutricionales
para mantener un peso saludable. Se recomienda actividad física, ejercicio
aeróbico y entrenamiento en resistencia para trabajar sinérgicamente con una
ingesta nutricional óptima con vistas a lograr un peso saludable y mantener la
masa muscular del organismo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario