miércoles, 3 de octubre de 2018

Osteoporosis



Osteoporosis


El hueso es un tejido vivo y dinámico en constante formación y reabsorción para evitar acumular microfracturas por fatiga, para adaptarse a las necesidades mecánicas del esqueleto y para mantener la homeóstasis del calcio.
 Este fenómeno se conoce como “Remodelado óseo” y el conjunto de osteoclastos y osteoblastos que actúan de manera coordinada en un lugar concreto de una región ósea, se denomina “Unidad de remodelado”.



La osteoporosis es una enfermedad sistémica del esqueleto caracterizada por masa ósea baja y deterioro de la microarquitectura del tejido óseo, con aumento de la fragilidad y mayor susceptibilidad a las fracturas.
Constituye un factor de riesgo para sufrir fracturas por fragilidad y representa un problema de salud pública por su alta prevalencia, sus repercusiones sociosanitarias y económicas, y por causar dolor en los pacientes y disminución en su calidad de vida.

Definición: Disminución generalizada y progresiva de la densidad ósea (masa ósea por unidad de volumen) que produce debilidad esquelética.


Causas:

  •   Menopausia: Déficit de estrógenos.
  •  Envejecimiento: Deterioro de homeostasis ósea.
  • Otras: Hipogonadismo, hipercortisolismo, hipertiroidismo, alcohol, carencia de Vit D, falta de ejercicio, etc


Clasificación:


Osteoporosis primaria


  • ·Osteoporosis idiopática: poco frecuente, niños y adultos jóvenes con función gonadal normal.
  • Osteoporosis tipo I (postmenopáusica). Afecta fundamentalmente hueso trabecular (columna vertebral). Principal responsable de fracturas. Provocada por menopausia (60-65 años), por aumento de osteoclastos.
  • Osteoporosis tipo II (senil o involutiva): Cuando afecta también al hueso cortical (cadera). Provocada por envejecimiento (> 75 años), por disminución de osteoblastos.


Osteoporosis secundaria

Solo 5% de los casos.
  • Enfermedad endocrina: exceso de corticoides, hiperparatiroidismo, hipertiroidismo, hipogonadismo, hiperprolactinemia, diabetes mellitus.
  •   Fármacos (corticoides, etanol, tabaco, barbitúricos, heparina)
  •  Otras: inmovilización, insuficiencia renal crónica, hepatopatía, síndrome de mala absorción, neoplasia maligna, etc.




Los hábitos de vida en la prevención de la osteoporosis

La mejor estrategia para el tratamiento de la osteoporosis es la prevención.
Para conseguir una DMO adecuada y mantener siempre la salud ósea:

·         Hay que favorecer la formación de hueso en los más jóvenes
·         Disminuir después la pérdida de masa ósea en la edad adulta y la vejez.

 Para alcanzar estos objetivos, son necesarios:

1. Una alimentación adecuada que aporte los nutrientes imprescindibles para el hueso.

2. Ejercicio físico adaptado al paciente.

3. Actividad frecuente al aire libre, que asegure una exposición solar prudente.
La principal causa de fractura osteoporótica por fragilidad son las caídas (> 90%). Su prevención, mediante cambios en el estilo de vida y en el entorno, debe ser el tratamiento de primera línea, antes incluso que los fármacos.

La nutrición en la prevención de la osteoporosis

Los principales factores nutricionales para prevenir la osteoporosis son el calcio, el fósforo y la vitamina D, ya que participan de forma activa en la formación del hueso.

El calcio aportado por la dieta es fundamental para conseguir una correcta mineralización del hueso y mantener su cantidad y calidad; sin embargo, el calcio tiene múltiples funciones biológicas celulares muy importantes para el correcto funcionamiento del organismo, por lo que debe mantenerse siempre dentro de un rango de concentración mínima en el medio extracelular.

Para que la insuficiencia dietética de calcio no deteriore las funciones biológicas celulares, se ponen en marcha mecanismos de movilización de calcio desde los depósitos óseos para mantener normales los niveles extracelulares, a costa de la cantidad o densidad de masa ósea y de la estructura o calidad del hueso. Por ello se recomienda el aumento del consumo de calcio a través de la alimentación o si es necesario con suplementos, hasta alcanzar en total un aporte de 1.000- 1.200 mg diarios.

La vitamina D es fundamental para la absorción y el metabolismo del calcio; su deficiencia es un factor decisivo para el desarrollo de la osteoporosis. Si la absorción intestinal de calcio está disminuida, se estimula la secreción de la hormona paratiroidea (PTH), provocando un hiperparatiroidismo secundario para obtener calcio del hueso y llevarlo al medio extracelular. Esto origina un hueso más frágil y más susceptible a las fracturas, incluso con traumatismos “de bajo impacto”.

La vitamina D no sólo participa en la homeóstasis del calcio, también influye en el tono y en la contracción muscular. El déficit de vitamina D produce debilidad muscular que aumenta la predisposición a las caídas, elevando aún más el riesgo de fracturas.

Por otro lado, parece que la insuficiencia de vitamina D favorece el desarrollo de algunos tipos de cáncer como el de mama, próstata y colon, la incidencia de enfermedades inflamatorias, autoinmunes o metabólicas, y la susceptibilidad a infecciones, HTA o demencia; además, aumenta la mortalidad global.

El organismo obtiene un 90% de la vitamina D por la exposición al sol y menos de un 10% a partir de la dieta. Para que la síntesis cutánea de vitamina D sea eficaz debe llegar a la epidermis una cantidad suficiente de fotones UV tipo B.

Además, existen otros factores que limitan la síntesis cutánea, como el envejecimiento de la piel o la toma del sol con cremas protectoras.

Incluso con una alimentación saludable, es complicado conseguir una ingesta de vitamina D mayor de 200 UI (5 μg) cada día, muy lejos de las 800 UI (20 μg) diarias que tienden a recomendarse en la actualidad.







Otros nutrientes beneficiosos en la osteoporosis

La vitamina K es un factor esencial en el proceso de la coagulación; pero también en la activación de proteínas óseas como la osteocalcina (la más abundante en hueso), la osteoprotegerina y el RANKL, de gran importancia en la actividad de los osteoclastos y en la salud ósea.

La deficiencia de vitamina K, produce osteocalcina anómala (infracarboxilada), y es un predictor de riesgo de fractura ósea. En el metabolismo del hueso, la vitamina K tiene una acción sinérgica con la vitamina D. La vitamina K se encuentra en las verduras verdes, como el brécol, las coles de bruselas o las espinacas; también en los aceites vegetales y los cereales; y en menor cantidad en lácteos, carnes y pescados.

El tratamiento hormonal sustitutivo con estrógenos es eficaz para disminuir la pérdida de DMO y el riesgo de fractura osteoporótica, pero se asocia a un aumento en el riesgo cardiovascular. En el momento actual, no se aconseja su empleo en el tratamiento y prevención de la osteoporosis.

Los fitoestrógenos se encuentran en algunos alimentos vegetales, sobre todo las isoflavonas de la soja. Tienen una gran afinidad por los receptores β-estrogénicos, imitan la acción de los estrógenos y son una alternativa terapéutica a los mismos. Hay isoflavonas en cerezas, naranjas, uvas, te y soja. Ejercen su efecto sobre la formación y mineralización del hueso estimulando la acción de los osteoblastos e inhibiendo la de los osteoclastos, al inducir su apoptosis. En varios estudios han demostrado mejorar la salud ósea.

Los ácidos grasos poliinsaturados Omega 3 (AGP) también guardan relación con la osteoporosis. Una dieta con una relación baja de AGP omega-6/omega-3 en la juventud, se asocia con ganancia de hueso y un pico alto de DMO. Sin embargo, una dieta con una relación elevada de AGP omega-6/omega-3 se asocia con una menor DMO en cadera en adultos mayores de 45 años en ambos sexos.

La ingesta alta o los suplementos de potasio mejoran el balance del calcio y reducen a corto plazo (de 3 a 6 meses) la resorción ósea, pero no hay estudios a largo plazo terminados.

El consumo de aguas ricas en bicarbonato, tiene un efecto más favorable sobre el recambio óseo, que el de aguas más ricas en calcio, pero pobres en bicarbonato. Por ello aprovechar el aumento del consumo de aguas minerales en los países industrializados, potenciando el uso de aguas minerales ricas en bicarbonato y calcio y bajas en sulfatos, constituye una oportunidad para la salud ósea.


Nutrientes desfavorables para la salud del hueso

Otros nutrientes podrían tener efectos favorecedores para desarrollar osteoporosis.

La vitamina A es necesaria para la salud y el crecimiento del hueso; sin embargo, ingerida en dosis altas (> 1500 μg de retinol o equivalentes), estimula los osteoclastos e inhibe los osteoblastos, con aumento del remodelado óseo y disminución de la DMO15. Un nivel sérico elevado de vitamina A (> 2.26-2.40 mmol/L), inhibe el efecto de la vitamina D e incrementa el riesgo de fractura.

 Es muy importante la disminución de la ingesta de sodio a < 5-6 gramos/día en la alimentación habitual, limitando sobre todo los alimentos preparados. La adición de citrato potásico podría prevenir la perdida urinaria de calcio y la excesiva resorción ósea.
En ancianos, la desnutrición es un factor de riesgo de pérdida de hueso, de osteoporosis y de fracturas.

Aumentar la ingesta de proteínas en pacientes que tienen una ingesta deficiente tiene un efecto positivo sobre el riesgo de fractura, si se asegura cada día al menos 1 g de proteínas por kilo de peso corporal. La ingesta moderada de proteínas garantiza el funcionamiento correcto de todo el organismo; pero una ingesta elevada de proteínas puede ser perjudicial: el exceso de proteínas en la dieta favorece la descalcificación de los huesos y causa enfermedad renal, con sus respectivos trastornos en el metabolismo del calcio, del fósforo y de la vitamina D.

Moderar el consumo de cafeína puede tener un efecto beneficioso, porque el efecto diurético de la cafeína potencia la excreción de calcio a través de la orina. Se aconseja no consumir más de 4 tazas de café diarias.

El consumo de tabaco y el abuso del alcohol han demostrado ser factores negativos sobre la masa ósea que favorecen su pérdida, por ello deben evitarse. Se ha observado que el tabaquismo parece disminuir la absorción de calcio y acelerar su excreción urinaria. Algunos estudios muestran que al dejar de fumar se produce una pequeña recuperación de masa ósea en la cadera.
Es muy recomendable el ejercicio físico adaptado al paciente, al menos 30 minutos 3 veces en semana; como hábito y formando parte del estilo de vida. Son beneficiosos el ejercicio con carga para fortalecer los huesos (carrera, aerobicos..), y el ejercicio de elasticidad y postural para mejorar los músculos y el equilibrio (yoga, taichí...).

Conclusiones

La osteoporosis es un factor de riesgo para sufrir fracturas por fragilidad y su prevalencia aumentará en los próximos años por el incremento de la esperanza de vida.

Es muy importante adoptar hábitos de vida saludables, entre ellos una alimentación variada y equilibrada que asegure el aporte de los nutrientes esenciales para la salud de los huesos y la prevención de la osteoporosis, sobre todo calcio y vitamina D.

Se recomienda el consumo frecuente de yogur, y de leche enriquecida con calcio y vitamina D. Si no se toleran los lácteos, ingerir suplementos de calcio; y si existe déficit de Vitamina D (< 20-30 ng/ml) aportar suplementos farmacológicos, sobre todo en los meses de invierno o en zonas con poco sol.

La práctica de ejercicio físico adaptado a la edad debe ser un hábito cotidiano; para mantener un peso adecuado y también para conservar la masa ósea, fortalecer la musculatura y mejorar el equilibrio, lo que ayuda a disminuir las caídas y por tanto las fracturas.

La actividad al aire libre es muy saludable: la radiación UV del sol sobre la piel es la principal fuente de formación de vitamina D, más del 90% del total






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