jueves, 19 de julio de 2018

aparato circulatorio



APARATO CIRCULATORIO
5.ATEROESCLEROSIS E INSUFICIENCIA CORONARIA (ENFERMEDAD CARDIACA CORONARIA)
6.HIPERTENCION ARTERIAL
7.INSUFICIENCIA CARDIACA

La aterogenia es el proceso que conduce al desarrollo de ateroesclerosis.
Se trata de una respuesta crónica, inflamatoria y local a ciertos factores de riesgo, como altas concentraciones de colesterol ligado a lipoproteínas de baja densidad (LDL), que son dañinos para la pared arterial. Por tanto, la formación de lesiones, progresión y finalmente el desgarro de la placa resultan secundarios a la liberación de citocinas inflamatorias. Las citocinas proinflamatorias (p. ej., factor de necrosis tumoral alfa [TNF-a], interleucina [IL]-6 y proteína C reactiva [PCR]) y las citocinas antiinflamatorias (p ej., IL-9, IL-10) son las proteínas clave que deben estar equilibradas para prevenir el desgarro de la placa y los cuadros clínicos consiguientes.
Fisiopatología
La enfermedad cardíaca ateroesclerótica (ECA) implica el estrechamiento y la pérdida de elasticidad de la pared de los vasos sanguíneos a causa de la acumulación de placas. La placa se forma cuando la inflamación estimula una respuesta por parte de los leucocitos fagocitos (monocitos) de la sangre.
Una vez en el tejido, los monocitos pasan a ser macrófagos que ingieren colesterol oxidado, y se convierten en células espumosas y después en estrías grasas en esos vasos. Aparecen microcalcificaciones intracelulares, formando depósitos dentro de las células del músculo liso vascular de la capa muscular circundante. Entre los depósitos de grasa y el recubrimiento interno arterial se forma una capa protectora de fibrina (ateroma).
Los ateromas producen enzimas que provocan que la arteria se dilate con el tiempo, compensando así el estrechamiento causado por la placa. Esta «remodelación» de la forma y el tamaño del vaso sanguíneo puede dar lugar a aneurismas. Los ateromas pueden desgarrarse o desprenderse, formando un trombo, en el que atraen a las plaquetas sanguíneas y activan el sistema de coagulación del organismo. Esta respuesta se puede traducir en bloqueo y restricción al flujo sanguíneo. Solo las placas de alto riesgo o vulnerables forman trombos. Las placas vulnerables son lesiones con una delgada cubierta fibrosa, pocas células de músculo liso, muchos macrófagos (células inflamatorias) y un gran núcleo lipídico. Los cambios arteriales comienzan en la lactancia y progresan sin síntomas a lo largo de la edad adulta si la persona tiene factores de riesgo, es susceptible de sufrir trombosis arteriales o tiene susceptibilidad genética. Por tanto, la ateroesclerosis es una enfermedad «silenciosa», porque muchas personas están asintomáticas hasta el primer IM, a menudo mortal.
El pronóstico clínico de la función arterial alterada secundaria a ateroesclerosis depende de la localización de la alteración. En las arterias coronarias la ateroesclerosis causa angina de pecho o dolor torácico, IM y muerte súbita; en las arterias cerebrales causa ictus y ataques isquémicos transitorios; y en la circulación periférica provoca claudicación intermitente, isquemia de las extremidades y gangrena (fig. 34-4). Así pues, la ateroesclerosis es la causa subyacente de muchas ECV.
El colesterol es transportado a las paredes celulares por las lipoproteínas de baja densidad (LDL), especialmente las partículas de menor tamaño. Para atraer y estimular a los macrófagos, el colesterol debe ser liberado de las LDL y oxidado, un paso clave en el proceso inflamatorio en curso. Además, los macrófagos deben trasladar rápidamente el colesterol en exceso a las partículas de lipoproteínas de alta densidad (HDL) para evitar convertirse en células espumosas y morir. La dislipidemia consiste en un perfil de lípidos sanguíneos que aumenta el riesgo de desarrollar ateroesclerosis

                                                                                                                                                      


La hipertensión consiste en un aumento persistente de la presión arterial, la fuerza ejercida por unidad de superficie sobre las paredes de las arterias. Para definirse como hipertensión, la presión arterial sistólica (PAs) (la presión durante la fase de contracción del ciclo cardíaco) tiene que ser superior a 120 mmHg; o bien la presión arterial diastólica (PAd) (la presión durante la fase de relajación del ciclo cardíaco) tiene que ser superior a 80 mmHg; esto se denota como superior a 120/80 mmHg. Si una persona tiene una PAs de 120 mmHg y una PAd de 80 mmHg, esto se lee como presión arterial de 120/80.
Fisiopatología
La presión arterial es una función del gasto cardíaco multiplicado por la resistencia periférica (resistencia de los vasos sanguíneos al flujo de la sangre). Así pues, el diámetro del vaso afecta enormemente al flujo sanguíneo. Cuando el diámetro se reduce (como sucede en la ateroesclerosis), la resistencia y la presión arterial aumentan. Y a la inversa, cuando el diámetro aumenta (p. ej., con fármacos vasodilatadores), la resistencia disminuye y la presión arterial desciende.



Normalmente, el corazón bombea la sangre necesaria para perfundir los tejidos y satisfacer las necesidades metabólicas En la insuficiencia cardíaca (IC), anteriormente denominada insuficiencia cardíaca congestiva, el corazón es incapaz de proporcionar el flujo sanguíneo necesario al resto del organismo, causando los síntomas de cansancio, falta de aire (disnea) y retención de líquidos. Las enfermedades del corazón (válvulas, músculo, vasos sanguíneos) y de su vascularización pueden producir IC.
La IC puede ser derecha, izquierda o afectar a ambos lados del corazón. Se clasifica además como insuficiencia sistólica cuando el corazón no puede bombear o expulsar eficientemente la sangre, e insuficiencia diastólica cuando el corazón no puede llenarse desangre como debería.
Fisiopatología
La progresión de la IC es similar a la de la ateroesclerosis porque hay una fase asintomática en la que se están produciendo lesiones inadvertidamente (estadios A y B). La IC comienza por lesiones o sobreesfuerzo del músculo cardíaco de inicio agudo (IM) o bien insidioso (presión hemodinámica o sobrecarga de volumen). El daño progresivo altera la función y la forma del ventrículo izquierdo de tal modo que se hipertrofia para intentar mantener el flujo sanguíneo, un proceso conocido como remodelación cardíaca.
 Los síntomas no suelen aparecer hasta que han transcurrido meses o años del inicio de la remodelación. Se activan muchos mecanismos compensadores dependientes del SNS, SRA y sistema de citocinas para restaurar la homeostasis. Citocinas proinflamatorias, como TNF-a, IL-1 e IL-6, están aumentadas en la sangre y el miocardio y se han implicado en la remodelación cardíaca
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